Estos habían decidido, en un principio, viajar en el Villa del Salto, vapor que era más rápido pero tenía menos lujos.
Al final Carmen decidió viajar en el barco del que todo Buenos Aires hablaba.
"Esto sucede siempre que los dos vapores viajan a la vez", explicó el maquinista.
Rolh se inquietó por la situación y subió a cubierta en búsqueda de Bossi.
Según los testigos del hecho, el señor Rolh, demostrando serenidad, fue colocando los salvavidas a su familia y todos juntos se arrojaron al agua.
Desde el agua vio a la niñera saltar pero su mujer desapareció sin poder lograrlo.
Instantes más tarde, el Villa del Salto comenzó a aproximarse.
Los sobrinos del señor Arocena, Ramón y Pelayo, que iban a Montevideo para olvidar el luto familiar, murieron carbonizados.
Sobre los restos del barco, tres hombres cortaban maderos que arrojaban a los sobrevivientes.
Los otros eran Eduardo Otero y Pedro Arrieta, dos hombres empleados del Seminario Conciliar de Buenos Aires que viajaban comisionados al Uruguay en segunda clase.
Mientras tanto, en el Villa del Salto, uno de los pasajeros vio una luz hacia el oriente y dio aviso al capitán Morse, quién ordenó enfilar, a toda máquina, hacia ese lugar.
Tardaron más de una hora hasta llegar al lugar del naufragio.
Del Comandante Bossi no se supo nada más, salvo que murió en Niza, Francia, en 1890.