Nina Frick Asenjo

Nina inició su aprendizaje teórico y práctico en la disciplina pianística cuando contaba con apenas dos años de edad.

Allí se dieron cita figuras chilenas de primera magnitud, tales como Elena Zubicueta, Emilio Cocq y Enrique Arnoldson, entre otras.

No bien había concluido su presentación, el público asistente se incorporó y ovacionó a la novel artista.

Fue tal el estruendo de los aplausos, que Nina se vio obligada a tocar nuevamente, pero ahora un vals compuesto por ella misma.

Como aconteció con otros ciudadanos valdivianos, Nina prefirió quedarse en su tierra natal antes que abandonarla por una existencia posiblemente más promisoria en la capital chilena.

Compuso más de cincuenta obras, entre las que se destacan la obertura La Alborada y su Marcha fúnebre.