No le digan a mi madre

No le digan a mi madre (Don't Tell My Mother inglés) es un programa televisivo presentado por Diego Buñuel y emitido por el canal de cable National Geographic Channel (Nat Geo).

Durante unos diez años, Buñuel un reportero francés de origen español que ha sido corresponsal extranjero para la televisión francesa, cubriendo varios países como Afganistán, Irak o el Congo (Kinshasa) y otros lugares calientes alrededor del globo.

[2]​ En el programa, Buñuel comenta “Viajar es mi pasión – Estoy fascinado por las destacables historias que cada país tiene para ofrecer.

Desde la cancha de golf en Kabul hasta una mujer piloto militar de helicóptero hasta una entrevista con una persona parecida al Mullah Omar que estuvo escondiéndose durante dos años seguidos, hasta el primer club nocturno abierto a los afganos, Buñuel intenta descubrir historias inusuales y hasta fascinantes acerca de un país que muchos han intentado reducir a burkas, combatientes barbados y cultivos de amapola para producir el ilegal pero desde el exterior demandado opio.

Años después de haber servido como un soldado francés en Bosnia, Buñuel regresa -aunque esta vez ya como periodista- a la históricamente conflictiva región europeo-oriental de los Balcanes, donde las tensiones aún crepitan por debajo de la superficie y el menor paso en falso podría reabrir las dolorosas viejas heridas relacionadas con los pasados enfrentamientos étnicos o religiosos.

[4]​ En esta oportunidad, Buñuel viaja al Congo-Kinshasa (la autodenominada República Democrática del Congo, conocida como Zaire entre 1971 y 1997), un país azotado por la pobreza e indigencia, la inestabilidad política e incluso la violencia de parte de pandillas.

Al comenzar su visita a la capital de Pionyang, Buñuel es alojado en un hotel construido sobre una isla, para evitar que los turistas extranjeros puedan interactuar con los habitantes locales, y donde aparentemente todos las habitaciones contendrían micrófonos ocultos.

Al concurrir a una presunta “misa católica” en Pionyang, Buñuel se entera de que no existen sacerdotes ordenados en Corea del Norte (y que por lo tanto respondan a la doctrina de la Santa Sede y acepten la supremacía eclesiástica del papa).

Mientras que esta monumental festividad intenta presentar una imagen de aparente felicidad e inquebrantable unidad, el cuadro no es tan pintoresco en las áreas rurales del país.

Buñuel se encuentra con algunos variopintos individuos, entre ellos un impresor que simpatiza con los mártires de la Gaza, Nadim -quien es un cervecero cristiano que trabaja en tierras musulmanas- Lucy -quien rescata a burros en el territorio palestino- y raperos en una despedida de soltero local.

Asimismo, Buñuel se infiltra en la frontera colombiana para investigar el contrabando de gas.

En un tal vez inicialmente inesperado concierto de heavy metal, Buñuel se encuentra con algunos jóvenes rebeldes iraquíes cuyo amor por ese género musical así como sus largos cabellos y barbas desgreñadas los pueden poner en problemas con la bastante conservadora sociedad del país.

Esta gran ciudad de Sudáfrica se ha elevado hasta convertirse en el principal centro económico y financiero del África.

Por momentos, la línea que supera a la realidad y la ciencia ficción es delgada en la tecnificada sociedad japonesa.

En la gran capital mexicana, cuya zona metropolitana es solo comparable en América Latina a la de São Paulo.

Buñuel se mezcla con artistas de graffiti y hasta tiene que esquivar algunas balas en su búsqueda por el hilo conductor que une a los extremos más pobres y ricos de la gran megalópolis.

Diego Buñuel explora los elementos antiguos y modernos que le dan forma a esta atestada urbe.