Cuando él llega se dio cuenta en seguida de que la labor social, educativa y evangelizadora era necesaria.
Los Misioneros Oblatos que regentaban la Parroquia del Gurugú en Badajoz y, posteriormente también la de la UVA, vieron que toda promoción humana de la zona no sería posible sin una educación previa.
Según Tacoronte, a partir de 1964 se fue haciendo “más clara y patente hasta que punto llegaba la incultura (en la zona) y por tanto la preocupación de los Oblatos por este problema.
Entonces se propuso la compra de un viejo chalet y su terreno situado en la Ctra.
Todas estas acciones iban encaminadas a favorecer la labor cultural de los vecinos de la zona, haciéndoles partícipes para hacer frente a lo que fue su lema: «Que no haya en la barriada un niño sin escolarizar».
Su barrio pacense quiso despedirle y acudió una gran cantidad de vecinos a hacerlo.