Debe su nombre al obispo Alonso de Solís Marroquín y Gragera, quien fue su propietario en el siglo XVIII, residió en ella ocasionalmente e hizo incorporar a la fachada principal su escudo.
Sus trazas poseen cierta pureza neoclásica, como corresponde a su época de construcción, mediado el siglo XVIII.
Timbra el escudo un capelo eclesiástico en altorrelieve, del que penden los cordones propios de la dignidad episcopal con sus tres borlones.
En torno al mármol continúa la profusa decoración en granito con relieves de guirnaldas y acantos que hacen contrastar sus curvas con la geometría del escudo.
Único en la localidad, este tipo de balcón angular aparece en otros muchos palacios extremeños del renacimiento tardío con ejemplos admirables.
En este de Miajadas destacan su sobriedad y sencillez claustrales, en consonancia con el resto del edificio.
Apoyado sobre un pilar compuesto, embutido en la esquina, presenta un arco de medio punto ligeramente abocinado hasta formar en ángulo recto.
Los tres tramos orientales de la fachada fueron reformados en la primera mitad del siglo XX para hacer habitable el piso superior.
Estas dependencias desaparecen al segregarse parte de la finca en el año 2000, mientras que el jardín y el edificio principal pasan a formar parte del patrimonio municipal en 2001 y la Junta de Extremadura los rehabilita.