En 1867, se mudó a París, donde dio clases de idiomas y trabajó como costurera.
En 1866 un grupo feminista llamado la «Société pour la Revendication du Droit des Femmes», comenzó a reunirse en la casa de André Léo.
Entre los miembros se incluye a Paule Minck, Louise Michel, Eliska Vincent, Élie Reclus y su esposa Néomie, la Sra de Jules Simon y Caroline de Barrau.
Fue durante las reuniones públicas de París cuando Paule Mink se dio a conocer y tomó parte en la lucha de los últimos años del Segundo Imperio francés, por lo que fue perseguida y condenada dos veces.
Tanto como patriota polaca como francesa, Paule Mink participó activamente en el esfuerzo bélico francés y aparentemente se distinguió hasta tal punto que fue condecorada la Legión de Honor.
Sin embargo, su amor por Francia no hizo caer su oposición a Napoleón III y rechazó la medalla.
Con Louise Michel, André Léo, Nathalie Lemel, Anne Jaclard y otras mujeres feministas, organizó una Unión de Mujeres y participó en el comité de la Comuna sobre los derechos de la mujer, siempre con un mismo argumento: la lucha por el feminismo debía estar vinculada a la lucha por el socialismo.
En 1880, una amnistía general permitió a Mink regresar a Francia, momento en el que participó en la fundación del Partido Obrero Francés (POF), dirigido por Jules Guesde y Paul Lafargue.
En 1881 fue encarcelada por su papel en una manifestación en defensa de la refugiada rusa Guesia Guelfman en Marsella.
Como Mink fue considerada formalmente ciudadana del imperio ruso (a pesar de haber nacido en Francia), el gobierno francés amenazó con deportarla a Rusia, lo que hubiera sido un desastre.
Para evitar esto, se casó con un compañero revolucionario, el mecánico Maxime Négro con quien tuvo dos hijos más cuyos nombres revelan sus simpatías políticas: Lucifer-Blanqui-Vercingetorix-Révolution (que nació en 1882 y murió en la infancia) y Spartacus-Blanqui-Révolution (nacido en 1884, rebautizado como Maxime por un tribunal civil).
En 1882 se llevó a cabo en Montpellier el primer festejo del movimiento comunista, donde Paule Mink abrió la sesión y habló de la organización del proletariado en favor de la revolución social.
[5] En los siguientes años Mink se dedicó a ofrecer conferencias en favor del libre pensamiento y trató el tema de la influencia del clero en la decadencia de los pueblos.
[8][9] En 1897 ayudó a fundar el diario feminista La Fronde, con Marguerite Durand y otras personas más.