Mientras reformistas como Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino, en diferentes puntos de sus escritos habían expresado lo que parecen ser ejemplos de una piedad mariana, el énfasis protestante en sola scriptura, solus Christus, soli Deo gloria, puso en un mínimo la reverencia por María, y la enseñanza protestante sobre ésta es consecuente con el breve papel que en la Escritura y el credo juega la Virgen.
[1][2] Una perspectiva protestante más moderna sobre María, que emerge del movimiento evangélico, ve en ella una mujer radical, apasionada y entregadamente cristiana.
Martín Lutero dijo de ella: Juan Calvino dijo: "no puede negarse que Dios al escoger y destinar a María como madre de su Hijo, le concedió el honor más alto".
[6] Sobre la Asunción de María, Lutero afirma que la Biblia no dice nada al respecto.
Sí le parece importante la creencia en que María y los santos siguen vivos tras la muerte.
[7] "Durante su carrera como sacerdote, profesor y reformador, Lutero predicó, enseñó y argumentó sobre la veneración de María con una verbosidad que iba de la piedad infantil a las sofisticadas polémicas.
Barth consideraba la veneración católica de María un terrible error y una herejía idolátrica.
Es una declaración de ortodoxia cristológica (ver "hypostasis") para oponerse al nestorianismo y también un piadoso título mariano utilizado ampliamente en la liturgia de las iglesias ortodoxa, católica, ortodoxa oriental y anglicana.
El segundo verso de un famoso himno protestante, Ye Watchers and Ye Holy Ones, se refiere directamente a María, y se basa en una oración ortodoxa.