[3] Este lugar de señorío múltiple, bastante común en núcleos cercanos, resultaba ser muy complejo en lo referente a impuestos y obligaciones; todo está debidamente especificado en el dicho Libro Becerro: Cada vasallo debía pagar a su señor el impuesto anual llamado martiniega que se debía abonar en especies y en dinero.
En el siglo XVII sufrió una considerable despoblación hasta el punto de quedar tan solo veinte vecinos.
Conserva su torre situada en la parte izquierda y unido a esta se observa un ábside, también de estilo románico.
Sus dos naves con bóveda de arista decoradas con yeserías del siglo XVIII se conservan en su interior.
La nave principal se cubre con bóvedas de arista decorada en el siglo XVIII con yeserías.
Su portada, situada en el lado de la Epístola, se fecha plenamente en el siglo XIII.
A los pies del templo se levanta la torre, de un solo cuerpo y pesadas proporciones.
Hay un nido de las cigüeñas en la cúspide, que vuelven cada año tras su emigración.
Su planta es rectangular con dos tramos separados por pilastras sobre las que descansa un arco fajón.
[11] Es en realidad un antiguo humilladero con su fachada principal a los pies orientada al pueblo.
El edificio tiene partes construidos con sillares de piedra blanda del lugar.