Unos días después pidió al cabildo catedralicio una congrua para poder ordenarse, pero le fue denegada.
García Fajer envió una carta recomendando a Plácido García al cabildo burgalés a finales de ese mismo mes, indicando «que le acompañan, además de su conducta, la habilidad y desempeño».
Diez años después, en 1809, fallecía García Fajer, dejando el magisterio de Zaragoza vacante.
[3] En junio de 1829 solicitó la jubilación, por llevar en sirviendo en la Catedral 30 años y medio, pero le fue denegada.
El estilo recuerda de lejos a las sonatas del clasicismo vienés.
[1] La producción se puede dividir en tres etapas: una primera contrapuntística, «buscando imitaciones y giros de gusto»; una segunda centrada más bien en las armonías, cultivando el ocho; y una tercera en la que atiende todas las modalidades del italianismo.