Remigio Ozcoz y Calahorra

Con diez años se trasladó a Madrid, donde residió con su tío Francisco Calahorra, por aquel entonces capellán real.

Tuvo que renunciar al cargo por problemas de salud; le sustituyó su hermano Apolinar.

[3]​ Musicalmente, disminuye el número de voces e introduce instrumentos ajenos hasta entonces de la música religiosa, como el piano, el bombardino y el figle.

Ozcoz y Calahorra, en efecto, tenía vena e inspiración de músico, de una fecunda y espontánea facilidad melódica, no carente de una elegante distinción, que debe reconocerse, en medio de la escuela decadente y mediocre en la que pertenece y del sencillo abrigo con el que viste sus melodías.

Su obra es muy amplia, con casi una quincena de misas, más oficios, antífonas, himnos, lamentaciones, letanías, motetes, responsorios, secuencias, gozos, villancicos y alguna obra para piano.

Gloria da Misa de Calahorra cantado en Pirenópolis , Brasil