Existen otros datados en el primer tercio del siglo XIX (1831), se hallan en Vallanca y representan El Purgatorio.
También las hay en el interior de ciertos lugares o edificios públicos, como cementerios, iglesias y ermitas.
En cualquier caso, estas manifestaciones artísticas forman parte del patrimonio cultural urbano.
Los personajes más representados son los propios del mundo rural, cuya economía se basaba en la agricultura y la ganadería: san Roque de Montpellier, «valedor contra la peste», san Antonio Abad, «protector de los animales de la casa», Santa Bárbara, «contra las tormentas», lo que pone en evidencia la importancia de los animales y cultivos en la economía local y familiar, así como los seculares temores frente a la enfermedad y los desastres naturales.
En cuanto a la epigrafía de los ladrillos o plafones, lo habitual es que la imagen contenga el título o nombre de la figura representada, con algún texto en orla (banda o cenefa): el predicador dominico -San Vicente Ferrer (1350-1419)-, suele llevar un texto en el filacterio o halo de santidad: Timete Deum et date illi honores quia venit hora iudicius eius...: «Temed a Dios, y dadle honor, porque la hora de su juicio ha llegado» (Ap.
Los ladrillos se adosaban directamente a la tapia interior de los recintos cementeriales, formando a veces una somera hornacina: ello no debe hacer suponer que la inhumación se halla al pie de la misma, puede estar en las inmediaciones.