Pequeños palacios señoriales salpican Soria, localizados por lo general junto a la muralla y las puertas, sobre los que los nobles adquirían la obligación de defender.
En la esquina frente al Palacio de los Ríos y Salcedo aún se conserva lo que fue Casa de la Inquisición más tarde convertida en casa señorial.
Fue derruida por sus malas condiciones estructurales y el paulatino abandono en 1952, durante el obispado de Saturnino Rubio, quien firmó el contrato para su derribo y la venta de la misma a la empresa Telefónica.
Fue sustituida por el actual edificio de esta empresa en estos momentos también en desuso.
Era de una sola nave con dos capillas laterales, ábside semicircular y espadaña a los pies.