Ataca una vez más las posturas neocoloniales que consisten en ver sólo en el corto plazo y considerar únicamente los entornos naturales, y en particular la Amazonia, como riqueza potencial a explotar sin tener en cuenta a sus habitantes.
Los pueblos indígenas y también los más pobres, deben ser considerados interlocutores de referencia respecto este territorio.
[10] Por eso, se esperaba con mucha impaciencia el documento pontificio, aunque algunos señalan la preferencia del Papa por el desarrollo entre los seminaristas de «celo apostólico», es decir, un deseo real de que elijan ir en misión a territorios indios y no a zonas consideradas más fáciles.
También deplora la búsqueda constante del universalismo, que según ella impide la expresión de particularismos locales.
Desde su punto de vista, el temor a un cisma interno en la Iglesia hizo que la exhortación fuera relativamente cautelosa, incluso un poco tibia.
[14] Los dos temas sobre los que este texto fue particularmente esperado fueron las cuestiones planteadas durante el sínodo, por un lado, sobre la ordenación presbiteral de los hombres casados (viri et probati), y por otro lado, sobre el acceso de las mujeres al diaconado.
[15] La ausencia de discurso sobre este tema es percibida por Josianne Gauthier como una insistencia en los tres primeros desafíos (social, cultural y ecológico) al dejar que la colegialidad episcopal resuelva la cuestión inherente a la Iglesia católica sin ponerse tensa al respecto.
[16] Anne-Marie Pelletier, teóloga, cree que el Papa ha tomado nota de una realidad eclesial ignorada durante mucho tiempo y que concede una parte significativa de responsabilidad a los laicos y, más particularmente, a las mujeres.