Al mismo tiempo se dedicó al ejercicio de la abogacía, hasta que el 25 de enero de 1849 fue llamado a Lérida por el obispo José Domingo Costa Borrás, que dirigía aquella diócesis, y allí fue ordenado sacerdote.
[1] El obispo Costa lo nombró provisor y vicario general de la diócesis.
Valoraba tanto sus servicios que, al ser trasladado Costa a Barcelona, lo llevó consigo.
Esto le valió que, tanto la diputación como el ayuntamiento le dieran por unanimidad público testimonio de gratitud y especial consideración.
[1] En su faceta periodística, fue director y redactor único de Repertorio del Clero.