Rebelión del Ejército de Reserva y Protector de la Constitución y Leyes

No obstante, si creían necesarias algunas reformas generales, pero para ello la Constitución había fijado un periodo cuyo término estaba próximo, y pronto podrían verse realizadas de un modo legal; por último, protestaban contribuir a consolidar las instituciones, la independencia y la Constitución, en cuya defensa se los hallaría siempre.

Aunque como los hechos lo demostraron, el plan contase con la adhesión de todos los militares de la República, sus directores no osaron, sin embargo, romper con la opinión, que declarada por el sistema federal había facilitado el triunfo del partido guerrerista, y procurando no contrariarla por el momento, en sus proclamas, periódicos y papeles de toda especie predicaron, según hemos visto hacerlo a Bustamante, que la mala administración no podía en modo alguno ser motivo a hacer desear la supresión de un sistema conveniente a la nación y por toda ella profesado y sostenido.

Para convencer a las tropas de secundar el pronunciamiento, se les hizo creer que Vicente Guerrero y los jefes insurgentes veían con desdén y mala voluntad al ejército regular, no teniendo simpatías sino por el levantisco a que ellos habían pertenecido y en que se habían formado.

Al respecto, el coronel del 1.er Batallón permanente Pablo María Mauleaa, dijo a sus soldados en su proclama: Existía pues, una falsedad de principios y un desorden de ideas, como lo expresó el diario El Sol, que concluía un artículo suyo en referencia a Anastasio Bustamante con las siguientes exclamaciones: ¡Que trastorno en las ideas!

A las 8 a. m.. del 9 de diciembre se reunieron en la casa del Comandante general del Estado, el general Justo Berdeja y el general José María Calderón, así como demás jefes y oficiales de los cuerpos de línea, haciendo presente Berdeja que habiendo secundado el Plan, el coronel Pablo Víctor Unda, se hacía necesario acordar lo conveniente para regularizar la conducta de los demás.

En la noche del 20 al 21 salió de aquella ciudad toda la fuerza combinada, dejando una guarnición regular… la división se fraccionó en dos cuerpos al mando respectivo de los generales Pedro María Anaya y Melchor Muzquiz.

Casi instantáneamente, Guerrero se vio aislado en un círculo de traidores y perjuros.

Las Cámaras comprendieron la necesidad de prorrogar esas facultades, pero la oposición se obstinó en no concederlas, inclusive alegando que el ejército en Jalapa se había proclamado contra el mal gobierno, siendo esta una causa justa.

Es entonces que todo se convirtió en tratar de evitar que Guerrero ejerciera cualquier acción, mientras el Ejército de Jalapa se dirigía a la capital conquistando adhesiones en todas partes.

Finalmente, el 22 de diciembre se formó un plan por el cual la guarnición capitalina se levantó la madrugada del 23 a las órdenes del general Luis Quintanar, que a su vez comandaba a los generales Ignacio López Rayón, Ramón López Rayón, Pedro Terreros, Miguel Cervantes, Pedro Zarzosa y los coroneles, José Manuel Diez, Aniceto Arteaga, J. Quintana, Cristóbal Gil Castro, José María Castro, Ignacio Mora y Villamil, Cirilo Gómez Anaya, Antonio Castro, Juan Domínguez, Joaquín Carrera, Guadalupe Palafox, Manuel Barrera, Carlos Beneski, Manuel Alfaro, Manuel María Villada, Ignacio Gutiérrez; los tenientes coroneles Mariano Tagle, Álvaro Muñoz, Felipe Palafox, Nicolás Condelle, Ignacio Leal, J. Joaquín Reyes y demás oficiales.

En el cuartel número 3 se pronunció la guardia casi desde las 10 p. m. del 22 de diciembre, reduciendo a prisión a los oficiales que llegaron al cuartel y no estaban en el plan.

No obstante esta cantidad de soldados, no fue posible sorprender el palacio, porque debiendo introducirse la fuerza del número 3 con un ayudante de plaza y una supuesta orden del comandante general, éste, que se hallaba en palacio, mando hacer fuego y rechazó la fuerza.

Las tropas lo ocuparon sin hacer más fuego y ya reunido el Consejo de gobierno se llamó al presidente de la Suprema Corte de Justicia, Pedro Vélez, para encargarle el poder ejecutivo, nombrándole por asociados a Luis Quintanar y Lucas Alamán, que habían participado en el golpe.