[13][14] Aunque posteriormente algunos rebeldes como Migapulle Arachchi intentaron recuperar la posesión del reino, las rebeliones fueron sucesivamente aplastadas.
[1] Posteriormente, Sadayavarman Sundara Pandya I invadió Sri Lanka y derrotó al usurpador del trono de Jaffna.
Más tarde Chandrabanu volvió a emprender una nueva invasión del reino cingalés, pero fue vencido y muerto por el hermano de Sadayavarman, Veera Pandya I.
[22][23] En términos políticos, durante los siglos xiii y xiv la dinastía fue una potencia económica en crecimiento, a la cual todos los reinos de la región pagaban tributo.
Durante este periodo se erigieron diversos templos hindúes y prosperó la literatura, tanto en lengua tamil como en sánscrito.
En la primera guerra de conquista la suerte no favoreció a Bhuvanekabahu y únicamente tras la segunda consiguió apoderarse del reino rival.
Durante ese periodo, mantuvo la autonomía del reino sin provocar abiertamente a los portugueses.
Muchos habitantes se refugiaron en Ramanathapuram, en la India, y en los distritos vanni del sur de la isla.
Sin embargo, estos conservaron las zonas que habían arrebatado a los portugueses, infringiendo con ello los términos del tratado firmado en 1638.
Este territorio estaba escasamente poblado y lo gobernaban caciques tribales menores que se denominaban vanniar.
[7][41] El tributo se pagaba generalmente en dinero, cereales, miel, elefantes o marfil.
[42] Hacia principios del siglo xvii, Jaffna también administraba un enclave en el sur de la India llamado Madalacotta.
Ibn Battuta observó durante su visita en 1344 que el reino tenía ya una economía mercantil con una vasta red de contactos ultramarinos.
Algunos habitantes tenían la obligación de prestar servicios personales no remunerados denominados uliyam (similares a las corveas).
El impuesto sobre árboles se aplicaba a determinadas variedades, como la palmera de Palmira o la margosa.
[9] El xivaísmo, una secta del hinduismo, había tenido una presencia continua en Sri Lanka desde los tiempos de los primeros colonizadores indios.
[45] La literatura de la época retrata a Calinga Maga, cuyo gobierno sucedió al dominio Chola, como promotor del hinduismo.
También se reverenciaba a los otros dioses del panteón hindú, como Murugan, Ganesha y Kali.
Tal como en el resto de Asia Meridional, también estaba extendida la creencia en talismanes y espíritus malignos.
[51] Las ceremonias y festivales eran semejantes a los que se celebran siglos después en el sur de la India.
[11] El rey era también un visitante asiduo del templo de Koneswaram, como también lo fue su hijo y sucesor Cankili I.
[54] El rey Jeyaveera Cinkaiariyan reunió la historia y tradiciones del templo, recopiladas en forma de crónica en la obra Dakshina Kailasa Puranam.
El mismo censo registra a los choanakar en una comunidad separada compuesta por 192 hombres adultos.
La jurisprudencia islámica y el derecho hindú de la vecina India también influyeron en las leyes del reino.
Estas leyes consuetudinarias fueron codificadas e impresas más tarde, ya durante el dominio holandés, en 1707.
La regla debida a las costumbres más antiguas parece haber sido la de la herencia matrilineal.
Pero cuando la estructura social pasó a basarse en un sistema patriarcal, se instauró una regla idéntica para la herencia masculina.
Durante el reinado de Jayaveera Singaiariyan se escribieron varios tratados sobre ciencias médicas (Segarajasekaram), astrología (Segarajasekaramalai) y matemáticas (Kanakathikaram).
[12] Se atribuye a Arasakesari, primo de Singai Pararasasekaran, la traducción al tamil del clásico sánscrito Raghu-vamsa.
Las reconstrucciones de templos existentes actualmente no se encuentran en los lugares originales, ya que estos fueron ocupados por iglesias construidas por los portugueses.