[2] Los machos alcanzan la madurez sexual al año, pero rara vez se aparean hasta los dos años.
[3][4] Al igual que en otros paseriformes, las vocalizaciones cumplen un rol importante durante la época de reproducción.
[5] La temporada reproductiva inicia en abril, culmina en mayo, comienza a declinar en junio y continúa de manera esporádica en julio.
Los otros, sin embargo, participaban en menos duelos vocales prolongados con sus pares, demostraban niveles más bajos de agresividad intrasexual, formaban vínculos menos fuertes con hembras individuales y se apareaban con varias de ellas.
Después de esto el ave comienza la exhibición propiamente dicha arqueando su cuello y desplegando su cola.
(…) Todo este tiempo mantiene las plumas de la espalda infladas, al igual que las del abdomen bajo.
(…) Luego el ave vuelve a ponerse en posición y está lista para repetir toda la actuación.
En otros lugares, como en los estados orientales en donde los tordos cabecicafé son moderadamente abundantes y la competencia por conseguir un nido es mayor, la defensa del territorio es típica.
[3][12] Con respecto a eso, Herbert Friedmann (1929) escribió que los tordos cabecicafé no defiendían muy enérgicamente sus territorios y, en consecuencia, en regiones con una abundancia inusual de aves el factor territorial era mucho menos perceptible; su método de defensa se restringía a una exhibición intimidatoria.
Durante sus estudios en Ithaca (Nueva York), Friedmann describió que, tras su arribo a esa zona desde los estados sureños, los machos se establecían en sus sitios y se quedaban en sus territorios durante unas pocas horas cada mañana, pasando la mayor parte del día alimentándose.
Mientras que algunos territorios reproductivos permanecen estables en tamaño y ubicación durante la temporada, otros son desocupados, las hembras se apropian de nuevas áreas y territorios ya establecidos se amplían para incluir otros ahora disponibles.
[6] Se ha observado un comportamiento territorial en algunos tordos cabecicafé, aunque éste puede variar según el tipo de hábitat (Elliott, 1980).
Asimismo, es posible que los machos no sean capaces de defender a sus compañeras en un área tan amplia.
En cambio, en los bosques caducifolios, los potenciales huéspedes pueden ser tan abundantes que la defensa del territorio cobra sentido.
[6] El tordo cabecicafé es a menudo promiscuo: los análisis genéticos muestran que tanto los machos como las hembras tienen varios compañeros en una misma temporada,[13] no formándose vínculos con sus parejas,[14] o bien siendo estos muy breves.
[15][16] Con respecto a las poblaciones orientales, Arthur Cleveland Bent (1958) destacó que “los tordos cabecicafé han sido caracterizados como monógamos, polígamos, poliándricos e incluso simplemente promiscuos; probablemente ninguno de esos términos pueda ser aplicado a algunos individuos bajo ciertas circunstancias; pero hay mucha evidencia que indica que el tordo cabecicafé era originalmente monógamo y aún hoy lo es en la mayoría de los casos.”[11] Herbert Friedmann (1929) escribió: Según Bent (1958), los tordos cabecicafé son frecuentemente vistos en pequeñas bandadas incluso durante la temporada reproductiva, lo cual podría dar la impresión de vínculos sexuales no muy fuertes.
Pero aquí en Interpont, con una gran abundancia de tordos cabecicafé, la promiscuidad prevalece tal como sostienen escritores anteriores.
[13] Si bien en la actualidad todas las especies del género Molothrus son parásitos de puesta, se cree que originalmente criaban a sus pequeños.
[11] La hembra frecuentemente localiza un potencial nido hospedador durante su construcción y a menudo empuja un huevo del ave parasitada fuera de éste.
[21] Según Ehrlich, Dobkin y Darryl (1998), el tordo cabecicafé es el único paseriforme silvestre del que se sepa que no atraviese una regresión de los ovarios y oviductos tras haber finalizado la puesta de una nidada.
De hecho, la delimitación fisiológica entre dos puestas a veces no es para nada clara.
[21] Los largos períodos sin encogimiento ovárico y los intervalos reducidos entre las nidadas son atípicos entre los paseriformes.
(estudios de otros investigadores indican que por lo general la puesta tiene lugar aproximadamente a las 5 a.m.)
; es decir, a esa hora encontré al ave cubierta por sólo la mitad del cascarón y, cuando la toqué, se liberó de ella.
[3][4] Los pequeños continúan siendo alimentados por sus padres adoptivos hasta los 16 a 28 días después de haber abandonado el nido.
[11] Probablemente todas las especies altriciales que logran incubar los huevos de tordo cabecicafé adecuadamente hasta que eclosionen alimentan al joven impostor —o lo intentan— mientras éste se encuentre en el nido, pero las especies de mayor tamaño no siempre tienen éxito en su crianza.
[11] Milton B. Trautman (1940) lista entre las aves más grandes observadas alimentando tordos cabecicafé que ya habían abandonado el nido al mímido gris (Dumetella carolinensis), zorzal pechirrojo (Turdus migratorius), tordo maculado (Hylocichla mustelina), estornino pinto (Sturnus vulgaris), buscabreña (Icteria virens), cardenal rojo (Cardinalis cardinalis) y rascador pinto oscuro (Pipilo erythrophthalmus).
[11] Para 1927, se habían informado de al menos tres casos en los que una hembra de la especie había sido vista alimentando a un polluelo que supuestamente sería suyo, pero en ningún caso pudo probarse este vínculo.
“Casi todas las tardes regresaba para alimentar al joven tordo cabecicafé, pero si los pequeños picogruesos abrían sus picos pidiendo comida los picoteaba en la cabeza y les negaba el alimento.” El ornitólogo Edward Howe Forbush (1927) fue quien dio a conocer los otros dos casos: uno de ellos observado por Mason A. Walton en un nido de canario del manglar (Dendroica petechia); el otro basado en las observaciones de Laurence B. Fletcher (1925).