Rubén Olmo

[2]​ Allí recibió una amplia capacitación y aprendió de maestros de primera clase, incluidos Manolete, El Güito, Mario Maya, José Granero, Javier Latorre, Antonio Canales, Teresa Nieto, Rosa Naranjo y Aída Gómez.

[1]​ Su estreno como primer bailarín tuvo lugar en el Teatro Real, con La Celestina, bailó el papel de Calixto.

[3]​ En 2003 comenzó su carrera como coreógrafo con una actuación en el Certamen de Danza Española y Flamenco en Madrid: Con Érase una vez que era, ganó el tercer premio.

[3]​ Allí trabajó como primer bailarín solista, repetidor y asistente del director coreográfico de las producciones Poeta en Nueva York, El amor brujo, D.Q.

[8]​ Una vez fundada su propia compañía, estrenó entre otras obras: Belmonte y Tranquilo alboroto.

Abrió así el repertorio del conjunto, que hasta entonces se había centrado exclusivamente en el flamenco.

En la segunda parte, sin embargo, también se utilizaron la Escuela bolera y la danza clásica.

En el poema Llanto por Ignacio Sánchez Mejías[11]​ el poeta Federico García Lorca procesó su pena por la muerte de su amigo, el torero.

Junto con Antonio Canales como estrella invitada, Rubén Olmo escenificó la historia de la amistad entre el poeta y el torero.

Rubén Olmo compartió la dirección artística con Israel Galván, cuyo estilo personal se expresa en las partes vanguardistas de la actuación.

[14]​ En el mismo año, organizó una velada musical a pequeña escala junto con el bailarín Eduardo Leal, el pianista Alejandro Cruz, el guitarrista Pitín hijo, el percusionista Chupete y el cantante José Luis García con el título Altano.

[18]​ Comenzó un drama taurino nuevamente en 2019: los hechos tuvieron lugar en 2010, cuando el torero José Tomás fue intimidado por el toro Navegante en la arena en Aguascalientes (México), y resultó gravemente herido.

En su libro Diálogo con Navegante,[19]​ escrito junto con Mario Vargas Llosa, José Tomás procesó esta experiencia.

Para el festival en Málaga, Rubén Olmo, en colaboración con Antonio Canales, organizó el diálogo ficticio entre el torero y el toro.

En 2005, Rubén Olmo apoyó a los participantes en Operación Triunfo para que mejoraran su capacitación en lenguaje corporal.