Salomón de Roda

Era monje del monasterio de Ripoll y parece que fue consagrado en San Victorián, según él mismo declara: «ubi primum sedi in cathedra et ubi primum chrisma confeci».

Él mismo, refiriéndose al tiempo de su mandamiento, dijo: siendo yo indigno e inútil presidente (episcopado) era paupérrimo y frágil («que me indigno et inutili presidente (episcopatu) pauperrimus erat et fragilis»), y la “Crónica de Alaón renovada” comenta con condescendencia todo cuanto pudo mejoró el episcopado («qui quantum potuit melioravit episcopatum»).

Vista la poca eficiencia del obispo Salomón, el rey Sancho Ramírez lo quiso deponer para sustituirlo por una persona más idónea.

Es probable, como ya se ha dicho, que en la entronización de Salomón no fuese extraña la intervención del legado pontíficio y por tanto ahora cabía obtener la aprobación papal, con más razón cuando cada día era más grande la intervención aceptada de Roma en todos los asuntos eclesiásticos del reino.

El rey envía una atenta carta plena de suavidad al papa Gregorio VII demandándole la deposición del obispo.