El relieve del territorio es predominantemente llano, destacando además el río Esla, que marca el límite occidental.
Ese posible castro se nombra con un vocablo árabe, mucho tiempo después, que significa "límite" o "frontera".
En 1351, hasta allí se dirigió el rey Pedro I "el Cruel" para que le fuese entregado Juan de Alburquerque, el cual, al perder el favor real, se había refugiado en esta villa, para después huir a Portugal.
Posteriormente, Enrique II, en plena guerra civil por el trono con Pedro I, hizo arrasar el castillo de San Cebrián como represalia al apoyo que aquel había prestado al bando pedrista en la guerra civil que hubo en la Corona de Castilla y León para hacerse con el trono.
Castrotorafe, hasta ese momento, se podía comparar en importancia a ciudades como Zamora, Benavente o Toro.
La iglesia subsistió como ermita hasta el siglo XIX (quedan los restos de su retablo mayor), siendo saqueada por las tropas napoleónicas.
El exterior tiene cubos en los ángulos, en dos de los cuales se observan reformas para adaptarlos a la artillería.
Por crónicas del siglo XVII se conoce que la planta principal del castillo conservaba una puerta principal con puente levadizo, una puerta de acceso al patio y a la residencia, torre del homenaje, escalera de acceso a pisos superiores, la llamada Torre de San Juan, un portillo falso y un pozo.
Además de una ermita hoy inexistente, tuvo un hospital del que se conserva una inscripción.
Los relieves tienen notas romanistas y lejanos ecos manieristas, influenciado el autor por el maestro Juan de Montejo.
Es románica del siglo XII o XIII, y está colocada en una hornacina de época posterior al retablo mayor en que se encuentra.
Conserva algunas casas significativas por su construcción, pero sobre todo, destaca la humilde iglesia de la Inmaculada Concepción.
También se advierte en las imágenes titulares (san José y el Ángel custodio) la influencia del también escultor Gregorio Fernández.
En 1991, el escritor alemán Frank Baer publicó en la editorial Edhasa una novela histórica (se desarrolla durante el siglo XI), titulada El Puente de Alcántara, que está ubicada, entre otros lugares, en San Cebrián.
En 2019, el escritor zamorano José Villalba Garrote publicó en la editorial Atlantis Ediciones una novela histórica (se desarrolla durante el siglo XI), titulada El último cerco, que está ubicada, entre otros lugares, en Castrotorafe.
Para el conocimiento de los restos idiomáticos del asturleonés, se recomiendan los libros Palabras y expresiones coloquiales.