Lamentablemente, la obra estuvo expuesta durante mucho tiempo a las filtraciones de agua del techo de la iglesia, lo que provocó graves daños que afectaron principalmente a la parte izquierda del fresco, donde se representa al dragón.
Sus rostros presentan una gran variedad de fisonomías, cuidadosamente estudiados como lo demuestran los numerosos dibujos realizados por Pisanello y su taller (en gran parte en el Códice Vallardi, conservado en el Cabinet des Dessins del museo del Louvre).
La parte superior está ocupada por un alto acantilado que mira al mar, muy gótico, y por la ciudad ideal de Trebisonda, con su arquitectura muy rica, poblada por densas torres, chapiteles de edificios religiosos y, en el extremo derecho, un castillo.
En el lado perdido del cuadro se han guardado pocos detalles, como el, muy vivo, de una salamandra abajo paseando entre los restos animales y humanos (huesos y más) de las comidas del dragón.
[4] Estudios más recientes interpretan la obra de otra manera, acercándola al ambiente veronés.
La "comitiva real" del fresco de Pisanello podría ser, por tanto, una representación del emperador y su séquito, mientras que el dragón alado, retratado como un animal anfibio, representaría a Venecia, que en ese momento había conquistado Verona junto con los otros dominios del continente, y que tenía como símbolo al león alado, muchas veces representado con dos patas en el agua.
[5] La degradación del color, incluso en las partes mejor conservadas, hace hoy, a pesar de las restauraciones, bastante difícil juzgar los valores pictóricos de la obra que, a juzgar por las huellas que han sobrevivido aquí y allá, debieron ser muy altos.
Los colores son delicados, las carnaciones tienen tonos suaves que recuerdan las obras de Gentile da Fabriano.
La descripción precisa del entorno proviene en cambio de la tradición gótica transalpina tardía, filtrada por la cultura lombarda.
Un cierto avance, más o menos consciente, hacia una sensibilidad que puede definirse como "renacentista", se registra sin embargo en la nueva disposición psicológica de los personajes, caracterizada por una emoción reflexiva que rompe con el tradicional distanciamiento impenetrable de los personajes del mundo cortesano.