En esta ocasión, la santa está representada como media figura en tres cuartos, mientras que en las versiones anteriores estaba casi entera, como era habitual en el pintor durante los últimos años de su vida.
[2] Según una leyenda, la mujer retratada es la hija del propio pintor José de Ribera, y según otra, fue seducida y abandonada en 1648 por Don Juan de Austria; sin embargo, ninguna de las dos hipótesis se ve confirmada por la información documental que ha llegado hasta nuestros días.
[4] La escena está dominada por los colores oscuros y los tonos bajos, aunque en consonancia con la versión que se conserva actualmente en el Museo Fabre de Montpellier (Francia).
La santa (María de Egipto) viste ropas humildes y harapientas, con las manos juntas y la mirada hacia arriba, arrepentida de su pasado, dispuesta a convertirse al cristianismo y retirarse al desierto.
En la parte inferior hay una feliz inserción de la naturaleza posada por Ribera, compuesta por los tres panes rotos, que según la iconografía la santa se llevó consigo al desierto, y la calavera, símbolo de penitencia.