Bajaron después hasta la villa y colocaron la sagrada imagen en la iglesia parroquial, mientras durase la construcción del templo.
[3] El templo o «Hermita grande» se construyó a la vista de «La Aparecida», y concluidas las obras se trasladó la imagen de la Virgen a este lugar, desde la iglesia parroquial:
[5] Los textos de aquellos eclesiásticos nunca se publicaron, guardándose en los archivos del Santuario, mas «perecieron en el año 1709, en que consta, que los Soldados voluntarios, llamados comunmente Micaletes, incendiaron, y quemaron dicho Archivo enteramente».
[11] Desde entonces y hasta principios del siglo XIX (1802) se conservó la lista de los priores.
Hacia la cabecera del templo, sobrepasada la puerta oriental «hay otro Altar dedicado á la Virgen de los Dolores».
En cualquier caso, a principios del siglo XIX los Hospitalarios tenían reservada la propiedad del templo y la obligación de mantener (cuidar, gobernar y administrar) el santuario.
El traslado de la Santa Imagen tuvo lugar «con mucha solemnidad, fiestas, y demostracion de universal regocijo, asistiendo nueve Pueblos, cuyo concurso con las nueve Cruces Parroquiales se veía figurado en el antiguo frontispicio» -cuya renovación tuvo lugar a finales del siglo XVIII (1784).
En ese mismo lado, dentro de la iglesia, se halla la Fuente Santa, donde según la tradición manaba aceite, y que dio nombre al Santuario.
Sobre la puerta de los pies, que posee arco de medio punto con dovelas, se alza el coro, al que se accede por una escalera situada en el lado del evangelio.
La puerta principal se abre en la fachada meridional (epístola), sobre el mismo cauce del barranco, posee un gran arco interior de medio punto que luce en su parte superior una cruz de ocho puntas, correspondiente a la Orden del Hospital de San Redentor, una fecha (1561), correspondiente al año en que comenzó la construcción del templo nuevo, y un ladrillo cerámico con el título del templo.
Posee un singular campanario, situado a la cabecera, lado de la epístola.
Mediante este puente cubierto puede pasarse de la Hospedería a la Santa Capilla.
Al frente iba el alcalde con la bandera de la villa, don Juan Mínguez.
Pero sabidos los desmanes cometidos por la tropa francesa en el Santuario de Orihuela del Tremedal, los llevaron a otros lugares.
Lo mismo hizo el Prior de la Fuensanta (don Miguel Garzarán), que avisado de los atropellos del ejército invasor llevó las mejores piezas del Santuario (alhajas, libros, incluidos los de Memorias del Santuario, documentos, etc) a Riodeva y El Cuervo, para esconderlas en lugar seguro.
A finales de año (del 20 al 21 de diciembre) llegaron a Teruel las primeras tropas francesas, entre tres y cuatro mil combatientes; muchos vecinos abandonaron sus casas, buscando refugio en Villel y en el Santuario.
La vanguardia de los guerrilleros del general Villacampa llegó a Villel a media mañana de ese mismo día, y sobre el mediodía el propio general con su estado mayor: se acercó hasta el Santuario, pidiendo al Prior que descubriese la imagen de la Virgen, para orar ante ella; después, regresó a Villel.
Al día siguiente, 31 de diciembre pasó por el Santuario toda la división del general Villacampa, y tras descansar tres días en Villel partió para Teruel.
Al día siguiente (18 de marzo), la división se partió en dos columnas, una regresó a Villel por Tramacastiel y la otra por el Camino Real (de Ademuz a Teruel), aguas arriba del río Turia hasta la villa.
[22] Viendo los preparativos para esta batalla, el Prior Garzarán solicitó al coronel (don Ramón Gayán) permiso para ausentarse del Santuario, lo obtuvo, junto con una escolta que le acompañó hasta un monte próximo llamado «El Calarizo», donde había apostada una compañía de soldados españoles; allí se encontró con el anciano párroco de Villel.
Por los montes y barrancos próximos se encontraron algunos cadáveres de soldados franceses; los que no pudieron ser enterrados los quemaron esa misma noche.
Dos días después (23 de noviembre) el Mariscal marchó en dirección a Jabaloyas con su ejército.