Postrado en tierra el pastor adora la imagen con profundo respeto, sin atreverse a mirarla.
Estando en esta posición oye que la imagen, «despliega sus labios rubicundos, y como si estuviera animada» le dice con dulzura: Levanta Pastor, no temas.
Apenado, el pastor, que tenía paralizado un brazo, regresa al lugar del suceso, «exponiendo (al Oraculo de la Santa Imagen) como no se habia hecho caso de su embaxada».
La imagen de la Virgen le manda entonces sacar el brazo impedido: Saca ese brazo Pastor -el pastor se excusa diciendo que no podía hacerlo, «a causa de tenerlo sin acción, ni movimiento».
Todos creen esta vez, «los desprecios de su primera embaxada se convierten en aplausos: el que habia sido desechado como simple, se ve colmado de elogios y parabienes», manifestando gran alegría y queriendo todos acudir al lugar donde había tenido lugar el suceso.
[4] Dejando sus asuntos, la gente común del pueblo -junto al clero, los caballeros templarios y la municipalidad- se dirigen al lugar donde «había aparecido la Santa Imagen», guiados por Juan Pérez.
Una vez en la villa colocan la imagen en el templo, en un lugar apropiado «donde es visitada, venerada, y obsequiada como á competencia de todo el Pueblo».
Los vecinos se dirigen al lugar de la aparición y «la encuentran en la misma gruta» donde la había encontrado el pastor.
[17] Los pueblos que tradicionalmente acudían anualmente al Santuario en procesión o romería eran los siguientes: Teruel, Villel, Aldehuela, Cascante, Cubla, El Campillo, Cella, Caudé, Castralvo, Villastar y Rubiales -por parte de la antigua diócesis de Teruel.
Se trata de una tradición reciente, mediados los años ochenta del siglo XX (1985), momento en que se reúnen los pueblos vinculados de antiguo a la Virgen de la Fuensanta y a su Santuario: Cubla, Libros, El Campillo, Cascante del Río, Tramacastiel, Aldehuela, Rubiales, Villastar, Valacloche, Villaspesa y Villel.
En esta rogativa, la «Hermandad de la Fuensanta» reparte pan bendito y vino a los romeros asistentes.