Si bien, las persecuciones antijudías en tierras neerlandesas en el siglo XVII propiciaron que parte de los judíos volvieran a emigrar, estableciéndose algunos en las islas británicas (la construcción de la mencionada sinagoga es posterior a esta ola migratoria).
La lengua comunitaria de estos judíos era principalmente el judeoespañol en su versión occidental más temprana, con influencias neerlandesas.
Sus costumbres y lengua hispanas propiciaron que, por un tiempo, los londinenses se refirieran a Bevis Marks como la Pequeña España (Little Spain).
[10] La ostentosidad de su arquitectura y diseño interior refleja el éxito de la comunidad sefardí londinense (y británica en general) en el ámbito del comercio internacional hacia finales del siglo XIX.
Las salas del edificio incluyen un alto techo abovedado, grandes vidrieras dispuestas en hendiduras arqueadas, alfombras tapizadas que cubren los suelos de madera pulida y un esplendoroso gran hejal.
[11]La historia de la sinagoga está estrechamente relacionada con la nobleza anglojudía victoriana;[12] muchas de las familias más destacadas del judaísmo victoriano estaban asociadas con este templo, como las familias Sassoon y Montefiore.
Al mismo tiempo, el rabino mayor de la comunidad durante más de tres décadas (1920-1953), el jerosolomitano Shem Tob Gauguín, dirigió un esfuerzo etnográfico a gran escala para compilar toda la diversidad de costumbres sefardíes (y más tarde mizrajíes), actividad que quedó reflejada en su magnum opus Keter Shem Tob (no confundir con Keter Shem Tov).