[6] Shostakóvich tuvo la sensatez suficiente para retirar esta sinfonía, pero también tuvo las agallas suficientes para terminarla tal y como la empezó: como una fusión de su propio modernismo archi-irónico con el profundo emocionalismo y la vasta escala de la sinfonía romántica mahleriana.
Los movimientos externos duran casi media hora, mientras que el intermezzo central no llega a los diez minutos.
Fue una de las últimas obras musicales vanguardistas compuestas en la Unión Soviética durante el estalinismo, debido a la imposición del realismo socialista.
Sin embargo, Shostakóvich lleva la inclinación de Mahler por la transformación temática a extremos aún mayores.
Un buen ejemplo se da en el movimiento de apertura, donde un solo de fagot aparentemente indolente, que constituye la tercera idea temática, reaparece con un aspecto mucho más amenazador en un pasaje posterior enunciado por los metales graves y puntuado por las cuerdas punzantes y el xilófono.
Estructuralmente responde a una versión flexible y singularmente reorientada de la forma sonata clásica, con una buena cantidad de "espacio" dedicado a pasajes que desarrollan libremente las ideas principales y las enlazan entre sí.
[2] Se trata de un movimiento extenso y derrochador en temas, vigorizante en orquestación, insondable en forma e implacablemente violento en expresión.
Está dividido en varias secciones contiguas: una grotesca marcha fúnebre inicial Largo à la Mahler.