Socialismo, cálculo económico y función empresarial

Su propósito es explicar por qué el socialismo es a su juicio un error intelectual que había sido destruido teóricamente por varios intelectuales de la escuela austriaca —usando un paradigma subjetivista económico— décadas antes de la caída el bloque socialista en Europa del Este, y que la misma teoría puede aplicarse al presente estado de bienestar.

[1]​ Esta persona “C” se pone en contacto con “B” y le ofrece comprarle ese recurso “R” que no utiliza por 2 unidades monetarias.

Como consecuencia de la actuación de “C”, es decir, de la función empresarial, se producen tres efectos trascendentales: primero, se ha creado nueva información que antes no existía; segundo, esta información ha sido transmitida a lo largo del mercado; y tercero, los agentes económicos implicados han aprendido a actuar uno en función del otro.

La función empresarial, en un sentido estricto, consiste en descubrir y apreciar las oportunidades de alcanzar algún fin.

Ahora bien, al descubrir estas oportunidades se crea una información que el actor no poseía anteriormente y que ahora existe gracias a su actuación.

Es un conocimiento tácito, que el actor puede utilizar en su provecho, pero siendo -al mismo tiempo- incapaz de analizarlo pormenorizadamente.

En ese sentido, conocimiento práctico es un conocimiento de tipo privativo y disperso, esto es, que cada sujeto posee una ínfima parte de la información que se genera y transmite globalmente a nivel social, pero que en principio solo él conoce pues ha surgido de su actuación particular.

[4]​ Según los teóricos del liberalismo económico en general, y del cálculo económico en particular, en un sistema socialista que busca la planificación económica, el ejercicio de la función empresarial se ve limitada o totalmente impedida por las medidas que el sistema debe imponer para lograr sus metas planificadoras.

El órgano de planificación o intervención central, en su mayor parte desconoce el conocimiento que se encuentra disponible en forma dispersa en la mente de todos los actores que puedan llegar a estar sometidos a sus órdenes.

Consecuentemente, el órgano director estará incapacitado para efectuar cualquier cálculo económico en el sentido de que, independientemente de cuáles sean sus fines, no podrá saber si los costos para conseguir dichos fines tienen para el propio órgano director un valor superior al valor que atribuye a los fines perseguidos.

En el caso de que solo el ente planificador disponga de computadoras, éstas no le serán de gran utilidad, pues no se puede recolectar y procesar información que todavía no ha sido creada (o que puede cambiar, haciendo obsoleta, y por tanto inútil, la información anteriormente recolectada).

Dentro del segundo hubo argumentos como el de la similitud formal y la solución matemática.

[…]" (p. 219), es decir, que los defensores de la postura estática obviaron el problema del cálculo económico socialista identificado por Ludwig von Mises, según el cual es imposible centralizar la información práctica relevante para la sociedad, entendida ésta como un proceso dinámico y espontáneo de interacciones humanas motivadas por la función empresarial que constantemente crea, descubre y transmite información sobre fines y medios, y ajusta o coordina mediante esa información (plasmada en señales efectuadas según normas, hábitos o pautas de conducta, como ocurre con los precios) los planes contradictorios de los individuos.