La soberana, muy afectada por los hechos recientes, no se tomó bien el embarazo, creyendo que con tres hijos -dos de ellos varones- ya era suficiente.
Escribió a su hermano José II, diciéndole que el embarazo podría haber tenido graves consecuencias para su salud.
En la corte, las malas lenguas hablaban sobre quién podía ser el padre, aunque Luis XVI nunca dudó de su paternidad.
Los reyes quisieron llamarla Sofía en honor a la tía de Luis, fallecida cuatro años antes.
[2] Para limpiar la reputación ya destruida de María Antonieta, se quiso enseñar su lado más maternal.