Debido a los problemas de la época, su manejo fue limitado y su vida corta, teniendo que entregar sus activos, en 1829, al Banco Español de San Fernando, cuya actividad en la Nueva España pasó desapercibida.
[1] A principios del siglo XIX el crédito era controlado principalmente por los llamados agiotistas o prestamistas, los cuales se conformaban por pequeños grupos de empresarios.
A pesar de que en esa época algunos bancos intentaron establecerse, ninguno logró con éxito su consolidación.
Este banco inició sus actividades sin ningún tipo de regulación bancaria por parte del gobierno mexicano.
Así, con este vacío regulatorio, el banco inglés comenzó a emitir billetes sin concesión especial.
Progresivamente, Newbold fue creando una extensa red de agencias en las principales ciudades del país; asimismo, en poco tiempo abrió agencias en países como Cuba (La Habana) y en Victoria, la capital de la Columbia Británica.
Las operaciones que ofrecía en el país eran préstamos con garantía, depósitos con intereses y cuentas corrientes.
Francisco McManus, de origen norteamericano, concediéndosele también la facultad para emitir billetes.
Para 1900, el Banco de Santa Eulalia se fusionó con el Banco Comercial Chihuahuense, que a su vez lo había hecho con el Minero de Chihuahua, que había comenzado a operar años antes.
En 1880 Porfirio Díaz terminó su cuatrienio y entregó la presidencia a Manuel González Flores.
Además había varios mexicanos exiliados en París, que, como Antonio de Mier y Celis conservaron sus negocios en la república.
En el año de 1881 se otorgó la concesión para establecer el Banco Nacional Mexicano.
Entre sus principales accionistas estaban: José Gargollo, Manuel Ibáñez, presidente del Casino Español; los juristas Rafael Dondé e Indalecio Sánchez Gavito; el escritor José María Roa Bárcena, el geógrafo Antonio García Cubas, el comerciante Juan O'Gorman Noriega y los también accionistas del Banco Nacional José M. Bermejillo, presidente de la Compañía Trasatlántica Mexicana; Francisco de Yturbe, Eustaquio Barrón y la familia Escandón.
Mientras se llevaron a cabo los trabajos para la fusión, en 1884 una pronunciada caída en Wall Street profundizó la crisis, que se contagió a México en abril cuando el Nacional Monte de Piedad enfrentó una corrida y no pudo pagar sus billetes.
Adicionalmente, el banco manejaba en exclusiva las operaciones de deuda pública, interna y externa; operaciones bancarias relacionadas con los contratos en los que el ejecutivo interviniera; transacciones ordinarias de cambio, así como cobros y pagos en el extranjero.
Los empresarios de Chihuahua aprovecharon no solo sus buenas relaciones políticas con el presidente Gral.
Porfirio Díaz, sino además les tocó vivir el gran auge económico que inició en 1880 y, un poco más tarde, inauguraron la llegada del ferrocarril a Chihuahua que se comunicaría con la capital del país de modo rápido y seguro.