Hay poca información acerca de la verdadera Javiera, aunque la tradición dice que fue una rosquillera que vendía estos dulces típicos en las fiestas madrileñas de san Isidro a mediados del siglo XIX.
[2] Tanto Fuenlabrada como Villarejo de Salvanés eran por aquel entonces dos pueblos madrileños con arraigada tradición rosquillera, y producían la mayor parte de estos dulces que se vendían durante las fiestas patronales en la capital.
[2] Son múltiples las referencias a la tía Javiera en la literatura, música y prensa de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
En cuanto a los dichos populares, se usaba la expresión «de la verdadera tía Javiera» para hacer referencia, de manera familiar y metafórica, a aquello que era auténtico, legítimo y bueno.
/ en Madrid duque ni hortera / que con la tía Javiera / emparentado no esté»En 1950, el dramaturgo Jacinto Benavente escribió en el diario ABC un artículo acerca de las rosquillas de la tía Javiera.