Algunos túneles romanos han conseguido llegar sin muchas modificaciones hasta nuestros días, convertidos en verdaderas obras de arte y de ingeniería, aunque son mucho más discretos que los puentes, su construcción era mucho más complicada para la limitada tecnología romana.
También conocían las propiedades del vinagre para debilitar rocas, particularmente calizas, para lo que trazaban surcos en la piedra sobre el que derramaban el ácido acético caliente y lo dejaban actuar, debilitando la piedra.
Además del Arco Felice, cuatro grandes túneles para calzadas fueron excavados por los romanos desde el siglo I, en el tufo volcánico de los Campos Flegreos, entre Pozzuoli y Cumas.
Según Estrabon,[3] los trabajos estuvieron a cargo del ingeniero Lucio Coceyo Aucto.
La cripta o gruta ha sido representada muchas veces por artistas de los siglos XVIII y XIX, junto con la vista clásica del gran mausoleo conocido como Tumba de Virgilio, situado en la entrada del túnel.
Se atribuye a Sejano, Prefecto del pretorio bajo Tiberio.
Se cree que la piedra extraída en su excavación sirvió para construir edificios cercanos.
La galería fue revestida con opus reticulatum con seis chimeneas de aireación e iluminación.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió de polvorín y una explosión accidental daño gravemente este túnel.
La Cripta Romana fue excavada de 1925 a 1931 por el arqueólogo italiano Amadeo Maiuri.