El talio es un elemento químico de la tabla periódica cuyo símbolo es Tl y su número atómico es 81.
Es muy tóxico y se ha empleado como raticida e insecticida, pero este uso ha sido disminuido o eliminado en muchos países debido a sus posibles efectos cancerígenos.
El talio puro es un metal de color blanco azulado que se encuentra en pequeñas cantidades en la corteza terrestre.
También se puede encontrar combinado con otras sustancias como bromo, cloro, flúor y yodo.
William Crookes y Claude-Auguste Lamy empezaron a utilizar este nuevo método.
[5][6] En 1862, Crookes pudo aislar pequeñas cantidades del elemento y determinar las propiedades de algunos compuestos.
[8] Aunque el talio no es tan escaso como otros elementos (abundancia de 0.000085%), se encuentra asociado con potasio en arcillas, suelos, y granitos.
La obtención del talio tiene una dificultad principal: la pequeña concentración en que se encuentra en minerales.
El sulfato de talio, que es inodoro e insípido fue usado para exterminar ratas y hormigas.
Sin embargo, este uso fue muy limitado debido a su estrecho índice terapéutico, y el desarrollo de medicamentos más eficientes.
[18] La conductividad eléctrica del sulfuro de talio cambia con la exposición a la luz infrarroja haciendo con ello sus compuestos útiles en fotorresistores.
[22][23] El contacto con la piel es peligroso y para evitar su inhalación debe tenerse una ventilación adecuada durante su fundición.
[23] Parte de la razón por la cual el talio es altamente tóxico, se debe a que en solución acuosa como ion talio monovalente (Tl+), muestra algunas similitudes con los cationes de los metales alcalinos, especialmente con el potasio.
Debido a su gran toxicidad fue usado en muchos países como raticida y para controlar hormigas, pero su uso está restringido actualmente en algunas de estas naciones.
Altamente tóxico, puede ser fatal si se inhala, ingiere o absorbe a través de la piel.
Como medida de precaución inmediata, se debe aislar el área del derrame o fuga en todas las direcciones al menos 50 metros (150 pies) para líquidos y al menos 25 metros (75 pies) para sólidos.
Para un derrame, debemos aumentar, en dirección del viento, según sea necesario, la distancia de aislamiento que se muestra arriba.
Si es posible hacerlo sin riesgo se debe detener la fuga e impedir la entrada hacia vías navegables, alcantarillas, sótanos o áreas confinadas.
En caso de contacto con la sustancia, enjuagar inmediatamente la piel o los ojos con agua corriente durante al menos 20 minutos.
Los efectos de la exposición (inhalación, ingestión o contacto con la piel) a la sustancia pueden retrasarse.