Al inicio del siglo XVII, un carpintero de nombre Juan Gómez Melgarejo, aficionado al teatro, realizó sus propias puestas en escena en su casa y tuvo tanto éxito que construyó el primer teatro de la ciudad, el cual llamaron "Corral de Comedias".
La construcción fue pospuesta por distintos alcaldes que argumentaban falta de recursos, epidemias, sequías y otras calamidades.
La edificación del teatro fue demasiado lenta; la impaciencia de los concurrentes llegó al grado que, apenas construido el escenario, comenzaron las representaciones, llevando la gente sus sillas para poder sentarse y ver las obras.
Concluido el plazo pero no terminada la obra, el señor Salazar vendió en obra negra la inversión a Juan Ruiz de Ayala, quién destino las pocas ganancias a la celebración del Divinísimo Corazón de Jesús, por lo que no cumplió con el compromiso de entrega al ayuntamiento, y fue el cabildo quien al final se encargó de terminarlo.
Las religiosas dieron 10 mil pesos, con un interés de 5%, que sirvieron para agregar un nivel más al teatro.