En 1865 la firma que integraban Juan Proudfoot y Mateo Gray tendió el cable submarino entre Montevideo y Buenos Aires, dirigidos por el ingeniero Juan Oldham.
El resto del Uruguay fue alcanzado luego con el tendido ferroviario y por empresas particulares.
En 1904 la Wireless Telegraph & Signal Company ofreció al gobierno uruguayo establecer en la zona este del país una estación de telegrafía sin hilos (mediante ondas hertzianas) y otra en la costa de la Villa del Cerro para la comunicación comercial con Argentina, que el Estado finalmente aceptó.
Los avances técnicos hicieron que la radiotelegrafía sin hilos pudiese transmitir la voz y el sonido, lo que dio origen a la radiotelefonía, inaugurada en 1922 con las transmisiones en vivo y en simultáneo de las radios Paradizábal y General Electric, que en 1931 pasó a llamarse El Espectador.
En la segunda mitad del siglo XX, la popularización gradual de los teléfonos prácticamente acabó con el telégrafo en Uruguay.