Tentaciones de san Jerónimo (Zurbarán)

En 1638, Zurbarán pintó —para el Monasterio de Guadalupe— la Misa del padre Cabañuelas, demostrando su habilidad para representar temas inéditos.

[1]​Al año siguiente, se le encargaron otros siete lienzos, también para la sacristía del monasterio.

Zurbarán realizó también, para la capilla de san Jerónimo —adyacente a la sacristía— otras tres obras: el presente lienzo, la Flagelación de san Jerónimo y la Apoteosis de san Jerónimo, que deben ser posteriores a las otras[2]​ya que se conserva un documento fechado en Guadalupe el año 1646 que, con toda probabilidad, se refiere al pago de una de dichas tres pinturas.

[3]​ En una carta, Jerónimo relató las tentaciones que sufrió en el desierto durante un retiro espiritual: "En el desierto salvaje y árido...mi imaginación hacía que me pareciera estar en medio de las fiestas mundanas de Roma... me imaginaba estar en los bailes contemplando a las bailarinas.

Los malos deseos me atormentaban noche y día...hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado".