Tomás Pérez de Estala (1754-1827) fue un artesano e industrial español, maestro cerrajero de profesión, que vivió a finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Trabajó desde los 10 años en varios talleres de cerrajería en Valencia, Zaragoza y Barcelona.
En España, esta idea fue muy innovadora, ya que la tecnología de vapor no se había utilizado en la minería hasta aquel entonces.
Entre ellos, el ingeniero Agustín de Betancourt, que preparó informes detallados sobre el estado de la mina, pero no propuso cambios innovadores, y el químico Fausto Delhuyar, cuyo control probablemente no tuvo lugar.
En Londres, fue asistido por el embajador Bernardo del Campo, quien le facilitó el acceso a numerosas plantas industriales (de las que visitó alrededor de 50) y contactos con empresarios e ingenieros.
Al final encargó solo las piezas más importantes que no podían ser fabricadas en España, en vez de las máquinas completas, lo que causó muchos problemas y retrasos en su instalación en España.