En la misma obra de Espinalt se explica la situación de la misma junto a una antigua puerta de la ciudad: Según las noticias que nos han llegado, eran muchas las personas que se reunían a las 12 del mediodía en la Plaza Mayor para admirar al Orejón.
Ésta servía no sólo para dar las horas, sino también para avisar el toque de queda, a las 9 en invierno y a las 10 en verano.
A principios de 1888 el Arquitecto provincial visita la ciudad y aconseja la inmediata demolición o el apuntalamiento de sus muros, pisos y cubiertas interiores.
Sin embargo, el Arquitecto provincial determina que el nuevo lugar elegido para la torre no reúne las condiciones y que además los gastos serían demasiado elevados, con lo que aconseja trasladar el Orejón a la torre de Santa María.
Por la parte de la calle Mayor, la torre tenía una pequeña entrada con puerta de madera lisa que daba a las escaleras que, en forma rectangular, subían a diferentes pisos.
Se sabe que este tipo de maquinarias se realizaban en Grenoble (Francia) a finales de la Edad Media, pero no se puede descartar que los autores fueran villenenses, ya que tenían reconocida fama como constructores de relojes.