[1] En julio de 1936 una parte del Ejército se sublevó contra la Segunda República, lo que acabaría derivando en una guerra civil.
[5] Tras el estallido de la guerra civil, las estructuras del estado republicano colapsaron,[6] y en muchos casos, aunque las autoridades quisieran, no tenían medios para evitar que se produjeran asesinatos incontrolados en su retaguardia.
Durante su recorrido, el convoy ferroviario fue recibido por multitudes hostiles en cada estación que pasaba,[9] y algunos de los detenidos fueron atacados o amenazados por las masas congregadas en los andenes.
[12] El tren llegó a la estación del Mediodía de Madrid sin novedades.
[13] Esta vez la expedición evitó su paso por Atocha, para prevenir que se repitiera lo sucedido el día anterior.
Le informaron del incidente y de que los anarquistas habían instalado tres ametralladoras a la altura de El Pozo del Tío Raimundo, y que estos habían amenazado con disparar a los guardias civiles si no se marchaban.
[14] Muñoz Martínez, impotente y sin medios a su disposición para poder atajar aquella situación, autorizó a los guardias civiles a retirarse del lugar; más adelante explicaría que «la poca autoridad que aún conservaba el gobierno se vendría abajo si las exiguas fuerzas de orden público acababan siendo arrolladas en un enfrentamiento con el pueblo armado».
[11] La documentación diplomática ha revelado que, al día siguiente de producirse la masacre, los embajadores extranjeros comunicaron al Gobierno republicano que admitirían en sus sedes diplomáticas a ciudadanos españoles.