En 1818 se incorporó al Ejército de los Andes, en el regimiento mandado por Rudecindo Alvarado.
Cuando estalló la revolución contra el gobernador unitario Del Carril, lo acompañó en su exilio a Mendoza, y se unió a las fuerzas que, al mando de José Félix Aldao, recuperaron el poder en su provincia.
Ascendido al grado coronel, se le encargó la formación de fuerzas para participar en la guerra del Brasil.
Tras la batalla de Oncativo fue derrocado por los unitarios y huyó a San Luis, donde su hermano lo escondió con nombre falso, y lo hizo pasar por empleado suyo en transporte a lomo de mulas.
Fueron descubiertos, y pasaron un tiempo en la cárcel, pero un hijo de José María los liberó.