Tynged yr Iaith

que todavía obsesiona e inspira a los defensores de la lengua nativa en la cúspide del nuevo milenio".

[15]​ Lewis, refiriéndose a la situación actual, señaló que el gobierno central ya no consideraba al idioma como una amenaza.

[17]​ Posteriormente, Lewis mencionaría el conocido caso de Trefor y Eileen Beasley de Llangennech, quienes, entre 1952 y 1960, se habían negado a pagar sus impuestos locales a menos que las peticiones se hicieran en galés.

[19]​ Lewis tomó el caso Beasley como modelo para acciones futuras, pero añadió que "esto no puede hacerse de forma razonable si no es en los distritos en los que los hablantes del galés son una proporción importante de la población.

[20]​ Propuso dificultar la actividad comercial de los gobiernos local y central a menos que estos usaran el galés como lengua vehicular.

[21]​ En la clase media, tanto angloparlantes como hablantes del galés se hicieron eco de la causa e intentaron ponerla en marcha.

La mayoría de los votantes que se opusieron al autogobierno lo hicieron esgrimiendo razones lingüísticas.

Betts también abogó por aplicar un modelo lingüístico restringido similar al de Quebec en el Bro, como Lewis había sugerido.