Tras la ceremonia, a los niños se les entregaba una libreta roja, parecida al carnet de membresía del partido comunista.
Difundiré la hermandad, la unidad, y los principios por los cuales luchó el camarada Tito.
¡Y valoraré a todos los pueblos del mundo que respetan la libertad y la paz!"
La función social de ser un pionero en un país comunista era parecida a la primera comunión en la Iglesia católica.
Esta temprana iniciación incrementaba la posibilidad de que cuando el niño llegara a la edad adulta, se identificara con el grupo.