Unryū

Sirvió en la Armada Imperial Japonesa a finales de la Segunda Guerra Mundial, sin ver ninguna acción destacable antes de ser hundido.

Debido a la escasez de combustible y pilotos cualificados, el portaaviones no llegó a contar con un grupo aéreo propio, siendo empleado como transporte, desplazándose entre puertos japoneses.

En su primer y último viaje oceánico transportaba 30 aviones-cohete suicida Yokosuka MXY-7 desde Hiroshima a Manila, siendo escoltado por los destructores Shigure, Hinoki, y Momi.

Tras la inundación de las calderas y con una escora de 30 grados, se dio la orden de abandonar la nave, que rápidamente zozobró en la posición 29°59′N 124°03′E / 29.983, 124.050, pudiéndose rescatar tan sólo 146 supervivientes por el destructor Shigure, su capitán Kaname y casi toda su oficialidad,se hundieron deliberadamente con su nave.

El Unryū fue el último portaaviones japonés en ser hundido en mar abierto durante la Segunda Guerra Mundial.

Foto tomada desde el periscopio del USS Redfish en los momentos finales de Unryū