Al año siguiente cambió su nombre por el de Centre Regionalista Valencià, mientras que su sector juvenil fundaba su propia organización, la Joventut Valencianista.
[4] Sin embargo, el sector conservador predominó en la nueva entidad y ya su primer presidente Félix Pizcueta negó que su finalidad fuera «toda mira de exclusivismo provincial... o idea alguna separatista».
«Nos ha costado demasiado realizar la unidad nacional, hacer una España, para que en caprichos o gustos literarios procuremos deshacerla», argumentó.
Le sucedió el propio Teodoro Llorente y su cuarto presidente Rafael Ferrer y Bigné volvió a insistir en 1881 en que «no nos dejemos contagiar por tendencias esotéricas ni odios a Castilla».
[nota 4] Según Alfons Cucó, Llombart «engendra directamente el movimiento del valencianismo político», mientras que Llorente no solo no influyó en su desarrollo, «sino que significó, en realidad, una posición completamente opuesta».
«Estos dos elementos habían sido codificados por los autores de la Renaixença en décadas anteriores: Teodor Llorente o Vicent Boix, por ejemplo.
Este fue el salto adelante del valencianismo político», ha señalado Ferran Archilés.
[18] Se organizó siguiendo el modelo de Lo Rat Penat con sus mismas secciones («Literatura i Arqueología, Belles Arts, Interessos morals i materials, Escola de Declamació, Excursions»), pero dejando claro sus diferencias e, incluso, haciendo llamamientos a sus miembros, a los «verdaderos regionalistas», para que se les unieran («¡Venid!