En el mismo año en que acuñó su nuevo nombre, Voltaire disfrutó de su primer gran éxito literario cuando su tragedia Edipo fue puesta en escena por la Comédie-Française en 1718.
En 1713 obtuvo el cargo de secretario de la embajada francesa en La Haya; allí compuso la Oda sobre las desgracias del tiempo, pero el embajador lo devuelve a París en ese mismo año porque sostuvo un idilio con una joven refugiada hugonota francesa llamada Catherine Olympe Dunoyer, «Pimpette».
En esta época compone dos poemas escandalosos, Le Bourbier y L'Anti-Gitón, semejantes a los relatos eróticos en verso de La Fontaine.
Este hecho enseñó a Voltaire que, aunque había sido acogido con agrado y curiosidad en los salones de la nobleza por sus múltiples y variados talentos, existía una distancia verdadera y real en la sociedad estamental entre los privilegiados (nobleza y clero) y la plebe, que esta no podía traspasar: la ley no era igual para todos; por ello se convirtió en un gran defensor del derecho a una justicia universal: para él todos los hombres son iguales ante la ley, por más que su pragmatismo no le permitiera creer a fondo en el derecho natural, ni tampoco en la bondad congénita del ser humano, como sí hacía Jean-Jacques Rousseau, con el cual se enemistaría más tarde en Suiza sobre todo por sus ideas sobre el teatro.
[7] Allí Voltaire recibió una influencia determinante en la orientación de su pensamiento; descubrió la ciencia newtoniana, la filosofía empirista y las instituciones políticas inglesas.
En 1728 vende por subscripción La henriada en Londres, dedicada a la reina de Inglaterra (Bolingbroke rechazó ese honor).
En 1733 publica El templo del gusto e inicia su relación con la matemática y física madame Émilie du Châtelet.
Por esta época, Voltaire viajó a Berlín, donde fue nombrado académico, historiógrafo y Caballero de la Cámara real.
Incluso se alojó en su palacio de Sanssouci (Potsdam) para participar en las tertulias a las que era tan aficionado el despótico pero ilustrado monarca.
En 1773 cae gravemente enfermo, pese a lo cual publica en 1775 su Historia de Jenni y en 1776 otorga testamento.
La ausencia notable de esta lista es la novela, un género que, como el drama en prosa, Voltaire consideró básico y trivial.
Las opiniones religiosas y políticas controvertidas, a menudo se expresaron en las formas literarias (tragedia clásica, sátira en verso) perfeccionadas en el siglo XVII.
Aunque nunca le dio la espalda al teatro en verso ni a la poesía filosófica, experimentó con diferentes estilos de ficción en prosa.
[22] Voltaire alcanzó la celebridad gracias a sus escritos literarios y sobre todo filosóficos, donde mostró su hipercriticismo.
[24] En el pensamiento del filósofo inglés John Locke, Voltaire encuentra una doctrina que se adapta perfectamente a su ideal positivo y utilitario.
[25] Por ello, muchos historiadores consideran a Voltaire antirreligioso en general, antes que antisemita o anticristiano, mas no por eso se lo debe considerar intolerante a las religiones, ya que puede no aceptar los dogmas religiosos, y sin embargo, tolerarlos.
Voltaire no admitía esta interpretación, ni siquiera la idea de que hayan podido estar algún día fondos marinos donde se encuentran las montañas.
Se interesó por el estudio del pasado, primero mediante sus tragedias, algunas de las cuales abordan temas históricos y presentan personajes que existieron realmente.
Después de varias victorias, Suecia cae derrotada y entra en crisis, a la vez que aumenta la potencia rusa.
Aun así, su método no es diferente al de los otros historiadores, consiste en buscar testigos presenciales para reconstruir la verdad.
Voltaire quiere demostrar cómo las Cruzadas que él analiza no se produjeron por causas espirituales, sino económicas.
Cándido fue un éxito rotundo y, sólo en su primer año, los editores se vieron obligados a imprimir ocho ediciones.
Mientras tanto, Voltaire volvió a la historia y trabajó en una biografía halagadora de Pedro el Grande (1682-1725).
Esta visión puede aclarar el cariño de Voltaire por una mujer sabia como Émilie du Châtelet.
Esta relación no durará más que algunas semanas, y es el único ejemplo de amor sincero del filósofo libertino.
Voltaire, gran lector y admirador de Swift, escribió en su novela Micromegas (1752) haciendo mención a los dos satélites del planeta Marte:
[36][37] Voltaire pasó su último día en París, después de haber regresado a su ciudad natal la noche anterior.
Todas las obras de Voltaire contienen pasajes memorables que se distinguen por su elegancia, su perspicacia y su ingenio.
La vida de Voltaire posterior a su muerte es compleja, puesto que su reputación va cambiando con los diferentes gobiernos.
Durante la Revolución francesa, se le identificó como un precursor de su lucha heroica, y trasladaron sus restos a París.