Cuando su tío Benjamín Virasoro estuvo entre los principales derrotados en la batalla de Pago Largo, se refugió en el campo.
Cayó prisionero en esta última batalla y salvó su vida por ser sobrino del coronel Benjamín Virasoro.
En 1859 combatió en Cepeda, y fue ascendido a teniente coronel por el presidente Justo José de Urquiza.
Junto a su primo Cayetano Virasoro decidieron defender la legalidad hasta la muerte; pero el gobernador, sacerdote, no quiso derramamientos de sangre.
La victoria permitió que esa reacción legalista haya pasado a la historia como la "revolución de Cáceres".
Pero al poco tiempo se retiró de la carrera militar, seriamente enfermo del corazón.