[45] La Entente le prometió Trento y el Trentino, Trieste[44] y la comarca de Valona en Albania, territorio estratégico para Roma;[nota 2] por su parte, los austrohúngaros ofrecieron compensar a los italianos por la esperada expansión del imperio en los Balcanes con Trento;[44] los representantes de los eslavos meridionales, influenciados por Rusia, rehusaron ceder tierras en Istria.
[55][52] Austria-Hungría presentaría un ultimátum tan severo que Serbia estaría abocada a rechazarlo,[55] justificando así el ataque consiguiente.
[nota 3][58] La misma noche del día 25, tras rechazarse la contestación serbia al ultimátum, había empezado la movilización contra el país vecino, con ocho cuerpos de ejército.
[77] En las dos mitades del imperio, los Gobiernos asumieron poderes especiales, en Cisleitania de forma ilegal —el Parlamento, clausurado en marzo,[66] hubiese tenido que aprobar estas medidas—.
[77] Las zonas cercanas a los frentes —en principio, Bosnia, Galitzia, Bucovina y parte de Moravia— quedaron bajo la autoridad directa del Ejército.
[85] La lucha en diversos frentes complicó los planes del alto mando austrohúngaro, si bien en general este logró superar las dificultades que tal situación entrañó.
[110] Los aliados establecieron entonces un nuevo frente, el balcánico, con centro en la ciudad griega de Salónica, al que contuvieron unidades alemanas, austrohúngaras, búlgaras y otomanas.
[141] En agosto las operaciones casi cesaron, lo que permitió a alemanes y austrohúngaros trasladar divisiones de este frente al italiano.
[85] La población rumana de Transleitania, que hasta la invasión no se había mostrado levantisca, apoyó a las tropas del reino vecino.
[152] En realidad, las relaciones entre los dos supuestos aliados eran tensas: la mayoría de los territorios que Italia anhelaba pertenecían al imperio vecino.
Los italianos abrieron brecha en las líneas austrohúngaras, cuyas unidades huyeron en desbandada; divisiones enteras se negaron a seguir combatiendo.
[195] Al Ejército común se añadían los sistemas militares de cada mitad del imperio: la Landwehr austriaca y la Honvéd húngara.
[222] Únicamente quedaban cuatro millones y medio de soldados en los distintos frentes, a los que apenas se podía reforzar u otorgarles permisos.
[223] Desde 1916, el Ejército era incapaz de cubrir las bajas, que alcanzaban ya los doscientos veinticuatro mil soldados al mes.
[238] Ante los continuos avances aliados en Serbia, el ministro de la Guerra húngaro ordenó a sus connacionales que regresasen al reino para defenderlo.
El Imperio alemán sostenía al austrohúngaro principalmente respaldándolo militarmente en todos los frentes de guerra en los que este contaba con fuerzas desplegadas.
[265] A partir de 1915, el imperio pudo ocupar territorios enemigos: la Polonia rusa, Serbia y, desde 1917, Ucrania e Italia.
[275] En 1917, la escasez de alimentos se había vuelto preocupante, en especial en aquellos lugares que dependían del suministro externo, como las ciudades.
[279] Desde mayo, parte del pan que se vendía pasó a contener maíz, en vez de los tradicionales trigo y centeno.
[286] Cerca del frente, en Sirmia, el Banato y Bosnia-Herzegovina, las unidades austrohúngaras acantonadas en ellas emprendieron una represión feroz de la población serbia.
[235] Bandas de desertores, a las que se unieron numerosas mujeres, saqueaban el agro, los trenes y las poblaciones aisladas.
[277] Los regresados, que habían entrado en contacto con las ideas revolucionarias durante su cautiverio, las propagaron entre la población civil y supusieron un importante elemento de la desintegración final del Estado.
[288] El imperio dependía cada vez más de los territorios conquistados para obtener alimentos para la hambrienta población, entre ellos las llanuras cerealistas ucranianas y la del Véneto.
[39] Las aspiraciones reformadoras del nuevo monarca se manifestaron al comienzo en gestos simbólicos y cambios en los cargos de la Administración.
[309] Paradójicamente, según aumentó la agitación nacionalista, menguó la capacidad represora de las autoridades, limitada por las reformas impulsadas por el nuevo soberano.
La Operación Faustschlag, que no encontró casi resistencia rusa, fue, según el general Hoffman: «la guerra más cómica jamás vista».
[346] Los Aliados rechazaron de plano la sugerencia, y lograron debelar a las fuerzas búlgaras en los Balcanes: el 26 del mismo mes, Bulgaria solicitó la paz.
En la parte cisleitana, el poder imperial se desvaneció y no pudo oponerse a los actos de las minorías nacionales.
[366] La agudización paulatina del nacionalismo en las Cortes austriacas hizo que la idea de conservar el imperio contase cada vez con menos apoyo político.
[347] El día anterior, los socialdemócratas austriacos habían exigido la autodeterminación de todas las nacionalidades del Estado, incluida la alemana.