Evidentemente, si las fuerzas habrían sido parejas y, sobre todo, Labieno hubiese logrado superioridad estratégica, se hablaría de victoria, pero para los soldados Césarianos fue un éxito el retirarse en orden (si no habrían sido aniquilados totalmente): en realidad en esas circunstancias (Según Lucio Campfora) una tormenta privó a César de mantener sus tropas unidas.
Se amotinaron, y César las lanzó una proclama anunciando su licenciamiento, pero dejando bien claro que no tendrían botín.
Desconfiando de su tropa, pensó que con un desembarco inmediato asustaría a los senatoriales y obtendría otra victoria relámpago.
Habiendo sido dispersado por una tormenta y, ocultando César la base, tuvo dificultades para reunir sus tropas.
La infantería cesariana respondió como pudo, pero empezó a disgregarse, haciendo conatos de perseguir al enemigo (por desesperación) o desorganizarse.
Esta maniobra fue siempre altamente desaconsejada por los tácticos romanos porque llevaba excesivo tiempo llevarla a cabo;[7] sin embargo, esta vez las fuerzas de César, muy veteranas, lo hicieron rápidamente y una vez que se hallaron desplegadas en una sola línea, César dio otra orden: que cada cohorte par diera un paso atrás y se enfrentaran de cara a su enemigo, con lo que consiguió transformar la simplex acies en una duplex acies (doble línea).
[8] En ese momento, la caballería cesariana situada en reserva (ya sea por propia iniciativa o llamada por César), y, probablemente (no se menciona pero era habitual en César) con infantes ligeros entre los caballos, apareció para romper definitivamente el círculo, forzando a los pompeyanos a formar dos líneas de batalla separadas por las tropas cesarianas.
Al ver la resistencia cesariana atacaron esporádicamente en algunos puntos: el mismo Labieno y su lugarteniente fueron heridos.
La caballería de Labieno se retiró rápidamente, en cuanto a la infantería pudo sufrir bajas importantes.