Después de las victorias del procónsul Cayo Julio César en la guerra de las Galias, el Senado romano temía a su poder y buscó la protección del cónsul Cneo Pompeyo Magno asegurando que solo se eligieran cónsules adeptos a este último.
[8][9] Estos propusieron que tanto César como Pompeyo disolvieran sus ejércitos para finales de ese año,[10] pero el Senado prefirió ordenar a César que cediera una de sus legiones para una expedición que se preparaba contra el Imperio parto, además de elegir a dos acérrimos enemigos del procónsul, Lucio Cornelio Léntulo Crus y Cayo Claudio Marcelo, como cónsules para el año 49 a. C.[8][11] Entonces César avanzó a Rávena con una legión, la XIII,[12] y ordenó a los tribunos presentar una nueva propuesta, si le dejaban seguir siendo procónsul y poder ser candidato in absentia para el consuldado del año 48 a. C., él licenciaría su ejército con excepción de dos legiones en la Cisalpina y quizás una en Iliria, renunciando a las 8 legiones que tenía en la Transalpina.
En su ausencia el Senado aprueba la Senatus consultum ultimatum, César estaba fuera de la ley y era legal matarlo sin juicio.
[34][35] Sin duda, sus enemigos lo habían llegado a una situación donde no podía esperar un juicio justo[36] y solo le quedaba usar su poder militar para defenderse,[37] tampoco se puede negar que el procónsul siempre fue un hombre ambicioso, «le dominaba el hábito del mando, y que habiendo comparado con las suyas las fuerzas de sus enemigos, creyó propicia la oportunidad de adueñarse del poder soberano, que desde su juventud venía codiciando».
Según Plutarco, el procónsul tuvo una pesadilla la noche anterior en la que tenía relaciones incestuosas con su madre,[56] pero en ese momento estuvo largo tiempo meditando frente a las aguas,[57] debatiéndose si cruzar o no[58] y conversándoles a sus amigos que de hacerlo causaría grandes males pero ganaría una fama eterna.
Léntulo escapó de Roma tras retirar el tesoro público (Aerarium Sanctius) para entregarlo a Pompeyo según un decreto del Senado.
[103] César envió quince embajadores para recordarles que había conquistado toda Italia con facilidad y no deseaba hacerles la guerra.
[113] El tercero era un legado quien, recibiendo noticias de lo sucedido en Italia, inicialmente quiso pactar con César[114] y no se movilizó.
[121] El ejército cesariano se componía de las legiones que le asignó el Senado cuando se volvió procónsul de la Cisalpina y la Transalpina: VII (futura VII Claudia), VIII (VIII Augusta), IX (IX Hispana) y X (X Gemina).
[135] Lucio Munacio Planco, comandante de una legión, decidió ocupar una colina cercana al pons propior, enfrentándose exitosamente a un enemigo superior.
[125] Mientras tanto, uno de los puentes era destruido por una inundación repentina causada por una tormenta pero durante la noche siguiente se trabajó para reconstruirlo completamente.
Desplegó al resto del ejército en tres líneas (Acies triplex) y marchó hacia Ilerda, llegando a un llano perfecto para una batalla campal, muy cerca de Afranio.
[140] César percibió que Afranio no tomaría la iniciativa y decidió acampar a cien yardas de su rival.
[147] Entre Ilerda y el campamento pompeyano había una llanura de trescientas yardas (450 metros) atravesada[148] por una bajísima elevación.
[150] La maniobra fue detectada por los vigías de Afranio, que envió tropas a ocupar primero el área en disputa.
[174] Los auxiliares de la Citerior y Lusitania, ligeramente armados podía cruzar los ríos para forrajear, pero los romanos, con armaduras pesadas no.
[175] Por el contrario, Afranio tenían grandes reservas de alimentos y le llegaban nuevos suministros por Ilerda.
[178] César no podía reconstruir los puentes, pues el fuerte caudal impedía los trabajos tanto como los ataques de proyectiles pompeyanos, que controlaban las riberas.
[179] Cuando el general pompeyano supo que una caravana con numerosos materiales de construcción esperaban encontrar un método para cruzar y llegar a César, decidió atacar.
[186] César ordenó requisar todo el ganado que pudieran encontrar, mandando partidas a lugares muy apartados.
[191] Luego los transporta de noche en carromatos y sus hombres cruzan el río sin ser vistos,[192] fortificando rápidamente la otra orilla.
Algunos oficiales querían marchar de noche para alcanzar el desfiladero,[233] pero otros indicaron que era imposible, pues la caballería cesariana exploraba constantemente la zona y si los atacaba, sus infantes romperían filas aterrados.
[234] De día, en cambio, el ser vistos huyendo daba vergüenza a los soldados y los hacía mantener las posiciones.
[236] En cambio, después de un reconocimiento, César hace salir a sus soldados en el atardecer y dando un amplio rodeo por un sendero montañoso bloquea la ruta hacia Octogesa.
[267] En cambio, César ordenó reunir a los pompeyanos en su campamento y mandarlos de vuelta, pero estos pidieron quedarse con él.
[277] Afranio y Petreyo se dan cuenta de que ya no pueden retroceder pero tampoco encontrar un lugar con agua donde refugiarse.
[278] César no deja a sus tropas establecer tiendas para impedirle al enemigo intentar escabullirse de nuevo.
[315] En cambio, César estaba apurado por volver a Italia pero no quería dejar ninguna fuerza pompeyana activa en Hispania.
[319] Casi al mismo tiempo, la gente de Carmona expulsó a las tres cohortes pompeyanas que la guarnecían.
Petreyo volvió a luchar contra César en Farsalia, Ruspina y Tapso, después de esta última derrota libró un duelo a muerte con el rey de Numidia, Juba II, y, siguiendo lo pactado, el vencedor (Petreyo) se suicidó.