Como resultado, se atrae capital al sector, la producción aumenta y los precios caen hasta que el beneficio extraordinario desaparece.
Si las propinas no fueran suficientes para proporcionar este retorno de la inversión, entonces el camarero buscaría racionalmente otro empleo, como un trabajo asalariado con una compensación similar que no incluya el elemento de riesgo o un trabajo empresarial con un riesgo similar que proporcione un mejor rendimiento.
La escuela austriaca, dirigida por Eugen von Böhm-Bawerk, argumenta en contra de toda la tradición del TVT y prefiere el individualismo metodológico.
Para Bohm Bawerk, el método seguido por Marx no es objetivo y real, sino apriorístico.
Por lo tanto, en el caso del intercambio, al efectuarse un cambio de dueño en una mercancía, se produciría alguna desigualdad o preponderancia causada por variación".
Lo único necesario "es un sistema de ecuaciones que generalice las relaciones existentes en la realidad entre los medios escasos y determinados fines en las diversas situaciones".
Roemer rechazó la idea de que la Teoría del valor-trabajo era necesaria para explicar la explotación y las clases.
Si este valor puede ser definido arbitrariamente, entonces carece de validez científica y se vuelve un concepto ética.
Por ejemplo, otro factor que Böhm-Bawerk considera es ser "productos de la naturaleza" o la "utilidad abstracta".
[20] Gustav Cassel rechazó directamente que dos mercancías de igual valor deban tener una sustancia en común.
Marx afirmó que sólo el trabajo, capital variable, podía provocar un aumento del valor de cambio.
Este era un aspecto necesario para la sustancia del valor que Marx elabora en El capital[31] y en las Teorías sobre la plusvalía.
"Una máquina que no está activa en el proceso de trabajo es inútil", explicaba Marx.
Alfred Marshall también sostuvo en Principios de economía que el trabajo humano no es comparable al de las máquinas, animales o esclavos, pero Sraffa objetó que no hay ninguna diferencia objetiva entre estos trabajos.
"Es una concepción puramente mística que atribuye al trabajo humano un don especial para determinar el valor".
Según Popper, Marx cae en un esencialismo, donde "la esencia de todas las relaciones sociales y económicas es el trabajo humano, y ningún "análisis económico no debe basarse en una doctrina moral, metafísica o religiosa de la que el poseedor no sea consciente.
[40][41] David Steele argumenta que Marx no da ninguna buena razón por la que el trabajo deba tener una "posición privilegiada en la determinación de los precios", cuando se podría utilizar cualquier otro insumo: máquinas, papel o incluso el propio capital.
Por lo tanto, el precio siempre está determinado (aproximadamente) por la oferta y la demanda, incluso cuando ambas coinciden.
Por lo tanto, para Böhm-Bawerk, es simplemente inexacto afirmar que la oferta y la demanda no pueden explicar los precios de equilibrio porque supuestamente se anulan mutuamente.
[49] Marx intenta justifica que la maniobra de reducir trabajo complejo a simple "se hace constantemente, la experiencia lo demuestra".
[51][52][53] Críticas posteriores sostienen que Marx tampoco diferenció la calificación "adquirida" de la "innata" (como un talento) en trabajo complejo, pero Isaak Rubin argumenta que esto es una confusión entre la cuestión de la “complejidad” con la del carácter “socialmente necesario” del trabajo.
Robert Nozick ha criticado el calificativo "socialmente necesario" en la teoría del valor trabajo por no estar bien definido y por ocultar un juicio subjetivo de necesidad.
Sin embargo, hay mercancías compradas y vendidas bajo el capitalismo que tienen un precio "imaginario" aunque no tengan valor.
Para Rudolf Schlesinger esta es "la dificultad más seria que enfrenta una crítica inherente a la economía marxista".
[77] En otros casos, la forma de precio representa el trabajo indirecto socialmente necesario que podría emplearse de manera útil: A menudo se asume que la TVT se aplicaría en una sociedad socialista (o postcapitalista), aunque (al menos supuestamente) sin la explotación correspondiente.
Sin embargo, Marx argumentó en su Crítica del Programa de Gotha: David Ramsay Steele amplía esto:
La economista poskeynesiana Joan Robinson, que por lo demás simpatizaba con los escritos de Marx, fue muy crítica con la teoría del valor trabajo.
Dice que los análisis dialécticos del valor se pueden encontrar en el trabajo de Thorstein Veblen y James Duesenberry.
[81] En economía ecológica, se argumenta que el trabajo es, de hecho, energía a lo largo del tiempo.
[82] Piero Sraffa llegó a proponer la electricidad como sustancia común al ser un insumo necesario en la producción moderna apoyándose en el físico alemán Max Planck: "Según la visión moderna, no hay más que dos sustancias últimas, a saber, la electricidad positiva y la negativa".