Duarte Pacheco Pereira

En 1485 se encuentra un Duarte Pacheco ya letrado, recibiendo una beca de estudio del monarca.

Reconocido ya como experto geógrafo y cosmógrafo, en 1490 vivía en Lisboa de una pensión real a la que su título le daba derecho como guardia personal del rey.

Entre 1495 y 1499 habría desempeñado alguna misión en la factoría de São Jorge da Mina, realizando viajes por el Atlántico Sur.

Desde allí habría seguido la costa en dirección norte, llegando a la desembocadura del río Amazonas y la isla de Marajó.

Duarte Pacheco probablemente habría llegado a Brasil en 1498, dos años antes que Pedro Álvares Cabral,[2]​ en cabo de Santo Antão en el Nordeste.

[3]​ Nunca fue completado (se cree que trabajó en él hasta 1508) y no fue publicado hasta 1892, posiblemente, para evitar dar a otros países información sobre el valioso comercio de Portugal en Guinea.

[4]​ Su diario (1506), conservado en el Archivo Nacional de Portugal (Torre do Tombo), es probablemente el primer documento europeo en reconocer al chimpancé, aunque descrito de forma rudimentaria.

En 1508 el soberano le encargó dar caza a Mondragon, un corsario francés que operaba entre las islas Azores y la costa portuguesa, donde atacaba a los barcos procedentes de la India.

Pero el daño estaba hecho, y había perdido su gobierno, su riqueza e influencia.

En 1524, en plena negociación diplomática entre Portugal y España por la posesión de las Molucas, Duarte Pacheco le dijo al embajador español que en su opinión las Molucas estaban dentro del hemisferio castellano del tratado de Tordesillas por unos cinco grados, y que él se ofrecía a descubrir la "India oriental" para el emperador Carlos.

Poco después, el monarca le concedió a su hijo, João Fernandes Pacheco, una pensión anual de 20.000 reales.

Duarte Pacheco Pereira habría estado en la costa de Brasil en 1493 y 1498.

A este respecto, en el libro Foundations of the Portuguese empire, 1415-1580, los autores hacen el siguiente comentario: La leyenda de Duarte Pacheco Pereira, se desarrolló después de su muerte.

Más tarde, en el siglo XVII, Jacinto Cordero le consagró dos comedias bastante largas en castellano y Vicente Cerqueira Doce, un poema en diez cantos, del que se perdió el rastro.

Duarte Pacheco Pereira.
Portada de la primera edición impresa (1892).